jueves, 31 de mayo de 2007

Entre Bilbado y Sestado

Lo sé, es viejo el video, pero tengo que admitir que me ha llegado al alma. Escuchar a ZP hace unos días hablándonos de la pupita que le hicieron a Bermejinsky en Sestado ha sido con lo que más me he reido en las últimas fechas. Así que os lo paso:



Además, para los que crean que fue un lapsus, por lo menos ha sido el segundo, ya que Alfonso Ussía y Muñoz Seca habló, tras la comparecencia de hace un par de años de ZP en la comisión del 11-M, de otro lapsus de ZP:

«Bilbado»


Alfonso Ussía

O mucho me equivoco –«in video veritas»–, o al señor Zapatero se le escapó durante su intervención ante la comisión de investigación que no va a servir para nada, un «Bilbado» como la copa de un pino. Es normal que después de diez horas de máximo ejercicio mental esquivando las preguntas de Zaplana, a Zapatero se le despistara la chochola. Pero lo de «Bilbado» me pareció demasiado contundente. De tanto mentir –lo hizo con aplomo, seriedad, mérito y contundencia–, se le formó un «cacado» en el cerebro y se le escapó lo de «Bilbado». Tropezones en el lenguaje coloquial, tan divertidos cuando se producen en los actos solemnes. A un predecesor suyo, o mejor escrito, predecesora, a la que un periodista preguntó por su andadura vital respondió: «Siempre andé bien». Es decir, que «andó» mal y «habluvo» peor. A las azafatas de vuelo les ha sucedido más de una vez. «Señores pasajeros, abróchense los pantalones». Y los mejores profesionales de la comunicación no se salvan de los gazapos lingüísticos. Mi admirado y querido Jesús Hermida, en Antena-3 de Radio, tranquilizó a los familiares de los heridos en un accidente de autobús de la siguiente guisa: «Ningún accidentado está grave y todos han ingresado en el Hospitil Cival». El mejor escribano echa un borrón. En otro espacio intelectual, la actriz Sara Montiel, al ser preguntada en un programa radiofónico por su afición a la Radio, respondió sin titubeos. «Me encanta la Radio, así como el resto de los medios de locomoción». Pero lo de «Bilbado» oído de la boca de un presidente del Gobierno me parece demasiado fuerte. En el «Bilbado» no hay posibilidad de «lapsus linguae», sino derivación patológica hacia la cursilería. Bulle una pretensión de pronunciación perfecta que lleva irremediablemente al desastre. Es lo mismo que pedir en un restaurante un plato de «bacalado al pil pil». No he conocido a nadie que se le escape un «Bilbado» en una charla o tertulia. «Lo mejor de la ciudad de Bilbado es comer un bacalado y de postre un sorbete de cacado para tomar fuerzas y acudir a un sarado». A partir de ahora, para los socialistas leales, Mao Tse Tung es «Mado» Tse Tung. Y un «caos mental», como el de Zapatero, un «cados mental». –¿Nos vamos a Torrelodones?–; –Sí, pero como hay mucho tráfico, nos metemos en el «Bus-Vado».
«Desde Santurce a Bilbado/ vengo por toda la orilla/ tras tomarme un colacado/ que sienta de maravilla». Preciosa canción popular muy arraigada en el alma de los bilbadinos. Difícil papeleta para los lingüistas del nacionalismo. Si Bilbao se traduce al vascuence por «Bilbo», a partir de ahora «Bilbado» tendrá que ser «Bilbdo». Buena noticia para los dentistas y esteticistas bucales. En fin, Zapatero, que muy bien. Hay que enriquecer el idioma.